sábado, 27 de septiembre de 2014

Realizarán una charla en Paraná sobre personas con Parkinson

27 de septiembre de 2014

Será este martes a las 16.30 en el Círculo de retirados y pensionados de la Policía de Entre Ríos. La disertación estará a cargo de Norma Leonhardt , autora de "Competencia implacable", un libro que trata sobre la enfermedad. 

 
Este martes a las 16.30, realizarán una charla sobre personas con Parkinson en el Círculo de retirados y pensionados de la Policía de Entre Ríos (Crper), en calle Urquiza 669 de Paraná. La actividad se desarrolla en el marco de los 39 años del Crper.
La charla está dirigida a quién esté comprometido, por necesidad propia o de algún familiar, amigo o conocido, con la enfermedad de Parkinson. Podrán asistir desde adolescentes a jubilados.
La disertación estará a cargo de Norma Leonhardt, autora de "Competencia implacable". Un libro de carácter autobiográfico que plantea a los lectores que “es posible llevar una buena calidad de vida a pesar de padecer alguna enfermedad”.
Leonhardt dará a conocer la enfermedad, cómo sobrellevarla, su tratamiento, qué aconsejan los médicos. Además, según indicaron a UNO desde la organización, actualmente existen muchos adelantos sobre el Parkinson, de los cuales se informará.
“El motivo principal de la charla es ayudar a la gente y dar esperanza. La idea de la charla es interactuar entre los presentes haciendo preguntas, sacando dudas y, por sobre todo, conocer sin temores sobre el Parkinson”, señalaron desde la organización.

Un voto para no discriminar

27 de septiembre de 2014


El Consejo de DD.HH. busca ponerles límites a las leyes y prácticas discriminatorias y actos de violencia por orientación sexual e identidad de género. Cada dos años habrá un informe sobre la situación de cada país en esa área. La Argentina apoyó la iniciativa.

El Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (ONU) dio un paso importante en su lucha por enfrentar, a nivel mundial, las violaciones a los derechos humanos referidas a la orientación sexual e identidad de género. Ayer, aprobó una resolución en la que solicita al Alto Comisionado de Derechos Humanos actualizar y presentar cada dos años un informe sobre leyes y prácticas discriminatorias y actos de violencia al respecto. La decisión, que contó con el copatrocinio de la Argentina, fue celebrada por dist
intas organizaciones sociales del país. “Por suerte, la Argentina está a la vanguardia y trabaja por la diversidad sexual. Estamos felices y orgullosos de que haya apoyado y votado la resolución”, señaló a Página/12 César Cigliutti, presidente de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA).
En el marco de su 27ª sesión ordinaria celebrada en Ginebra, Suiza, el Consejo aprobó ayer la resolución Derechos Humanos, orientación sexual e identidad de género. Esta decisión da continuidad a la primera resolución en materia de violaciones de derechos humanos basadas en la orientación sexual y la identidad de género, que fue adoptada en junio de 2011. Asimismo, actualiza otra similar presentada por Sudáfrica y aprobada con el apoyo de todas las regiones, en noviembre de 2011.
El dictamen “celebra el informe sobre leyes y prácticas discriminatorias y actos de violencia contra las personas basados en su orientación sexual e identidad de género, del 17 de noviembre de 2011”. Ante la necesidad de reafirmar la universalidad de derechos humanos en todo el mundo, también solicita la actualización y presentación de un nuevo informe cada dos años.
Además, “expresa su gran preocupación por los actos de violencia y discriminación en todas las regiones del mundo”. En todas partes del mundo hay personas que enfrentan violaciones a sus derechos humanos debido a su orientación sexual e identidad de género, que incluyen asesinatos, torturas, violaciones sexuales y sanciones penales.
El proyecto de resolución fue presentado por Brasil, Chile, Colombia y Uruguay, y contó con el copatrocinio de otros 42 países, entre los cuales se encuentra la Argentina. Fue aprobado por 25 votos a favor, 14 en contra y siete abstenciones. Con algunos matices en el debate, Latinoamérica mostró una postura sólida a favor de la medida.
El texto presentado sobrevivió a un total de siete enmiendas hostiles introducidas por Egipto, en nombre de diez estados que buscaban quitar de la resolución cualquier referencia a orientación sexual e identidad de género.
“La importancia de este tipo de declaraciones es que pone a todos los países en raya. Por dar algunos ejemplos, en países árabes todavía existe la pena de muerte por cuestiones de género, Rusia este año mostró una posición mucho más conservadora. Desde ahora, cuando cometan algún acto de discriminación o violencia van a tener que dar explicaciones”, sostuvo Cigliutti.
Pedro Paradiso Sottile, secretario de la CHA y director ejecutivo de la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans para América latina y el Caribe, manifestó que “es un logro muy importante para la promoción de los derechos humanos de las personas LGTBI en todo el mundo. Luchamos para terminar con la violencia causada por la homofobia, lesbofobia y transfobia, avaladas por acción u omisión por los fundamentalismos religiosos y por los Estados que no promueven legislaciones o políticas públicas inclusivas”.
La Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (Falgbt) también celebró la resolución. Esteban Paulón, su presidente, expresó: “Celebramos otro gran avance del activismo LGBTI internacional, ya que este tipo de resoluciones muestran que el camino de reconocimiento y ampliación de derechos en el mundo para nuestro colectivo no tiene vuelta atrás”.
“Reconocemos la labor que nuestro país realiza en ámbitos internacionales, así como la de otros países de la región. Pero entendemos que esto implica que los gobiernos de la región deben comprometerse mucho más, a través de políticas públicas y del reconocimiento legal igualitario de todas y todos”, agregó Paulón.

Fuente: Página|12

De la “charla” al sujeto político

Sábado, 27 de septiembre de 2014

Por Eva Giberti *
 
Desde una cercanía ficticia, que puede solventarse desde un escenario o desde una mesa a la misma altura del público, hoy en día los y las conferencistas circulamos replicando la añeja tradición medieval de la cátedra. Es interesante tener en cuenta cuándo apareció la idea de dar una “charla” en lugar de solicitar una conferencia. Parecería que solicitar “una conferencia” constituyese una exigencia y, además, es obvio que debe proponer sus honorarios. No es obvio, pero sería conveniente que así se aprendiera.
La “charla” impresiona como de entrecasa, como si quien la dicta no aportase todos sus conocimientos sino “un poquito”, algo doméstico, como de sobremesa.
Se descuenta que sin honorarios. Imaginando que
quien diserta no tuviera que prepararla; se diferencia del conferenciar porque se estima que éste reclama importantes conceptualizaciones.
Habermas y otros se ocuparon de estudiar la historia de los públicos porque era útil para revelar costumbres de las épocas. La experiencia personal enseña que cada vez que una se enfrenta con el público de un ámbito urbano, o de un cordón suburbano o comparte una agrupación tribal, si calcula que quienes asisten sólo pretenden escuchar, se equivoca; lo que estos públicos invitados esperan es que los acompañemos a pronunciar las palabras que coyunturalmente nos han cedido, como un hecho político.
Pero no todos los públicos saben que protagonizan un hecho político. Se lo reconoció de ese modo cuando desde los estertores del terrorismo de Estado pudo rehabilitarse la palabra y la gente, aún temerosa, comenzó a juntarse para contarse y contar lo sucedido. Y aunque la palabra “participación” se instaló en el horizonte, todavía estaba tibia y conversada por una minoría esclarecida.
Hoy en día también se asiste a estos encuentros para aprender acerca de algunos temas. Pero actualmente el público está formado por sujetos políticos con derechos, cuyas preguntas pretenden abrir un poco más el campo del conocimiento, además dar testimonio de su existencia.
Entonces se trata de pensar si a estos públicos se los invita para que escuchen una charla o una conferencia, aunque finalmente quien expone no diferencie el calibre entre una y otra. La charla parece democratizar entre quien expone y el público: como si dijera “somos iguales y vamos a charlar”. Lo cual es excelente. Entonces, ¿la conferencia? ¿Para la universidad? No, evidentemente no. Puede haber conferencias magistrales sin preguntas a posteriori o acompañada por preguntas finales, según el estilo de quien expone. Pero parecería que en la conferencia la categoría del conocimiento se modificase, refinándose.
Resulta interesante analizar a estos públicos que no necesariamente disciernen si asisten a una charla o a una conferencia. El problema lo tiene quien expone, que debe saber hasta dónde va a avanzar en cada circunstancia; si se referirá a una cuidadosa bibliografía o si en una charla repetirá alguna idea célebre de memoria.
Cada oyente lleva consigo no sólo el interés por la escucha, sino su historia personal, los datos de su entorno, su propia filosofía y actualmente la pretensión y convicción política de participar. Este último punto es nuevo, porque si bien en décadas anteriores se participaba, no necesariamente había conciencia de participación como instancia política. Se pedía la palabra, se hablaba, se le respondía o preguntaba al orador, pero la conceptualización de participación pública como icono del hacer política no resultaba evidente.
En la década del ’60, cuando planteábamos la educación de los hijos en Escuela para Padres, los asistentes concurrían en clima de lealtad agradecida por lo que se exponía: no se asumía que hablar de la educación de los hijos era hablar de política.
El público actual sabe que siempre está hablando de política. Lo sabe aunque no tenga conocimiento de ello. Es el saber que no precisa del conocimiento para ser saber. Es el papel activo de los sujetos sociales en la política y en la historia como lo pretendía Gramsci, cuando se juega la libertad del pensamiento y la palabra frente a las democracias liberales que implementaban sujetos a-políticos.
Las preguntas del público actual, a veces dubitativas por el temor de transmitir intimidades si se mencionan temas sexuales, se formulan sin embargo, necesitadas de la escucha. O bien puede ser la narración de una injusticia inadmisible o la denuncia de una arbitrariedad existente. Y no se asemeja a las asambleas barriales del año 2002.
El fenómeno, que aún no es la emancipación gramsciana, es político en el compartir con los otros invitados y no sólo con quien dicta conferencia o “charla”. Aun llamándola “charla”, el público le atribuye la autoridad de la cátedra, cuando en realidad son ellos los protagonistas de la participación política, inclusive cuando desatan la necesidad de “dar testimonio”.
Se escuchan y se agrupan reconociendo el liderazgo de quien expone sin subordinarse obligatoriamente hacia él o ella. Es preferible que quien expone se desmonte de la cátedra para comprometerse con la responsabilidad de estar acuñando, en conjunto, un fenómeno político propio de estos tiempos.
Para quienes tenemos muchos años de vida dictando charlas y conferencias, el registro del cambio es notorio, si bien al público le parece normal proceder como lo hacen. Es normal ahora y nuevo, diferencia que podemos evaluar quienes venimos hablándole al público hace cincuenta años.
“Bueno, pero todo cambia... No hay razón para asombrarse... “Pero sí hay razón para mencionarlo porque los públicos anteriores, habituales en aquellas épocas, eran la contraparte de varios de los actuales públicos y forman parte de la historia de la globalización y de la emergencia del subdesarrollo. Aquellas eran épocas donde todavía no se reconocían los públicos que eran ajenos a las democracias noroccidentales, los que tienen sus propias culturas, campesinas, tribales, transgéneros, villeros, adolescentes, marginales, y que están prescriptos en tanto no comparten los manuales de urbanidad que los convierta en públicos prolijos. Tienen su propio estilo de aprendizaje y de docencia, su propio decir y su escucha. Crean su participación política como efecto de su existencia e ignoran –no quieren saber– que algunos sectores esperan de ellos un acomodamiento disciplinado y el aprendizaje del papel como público según el diccionario, siendo espectadores. Que como tal son participantes de hecho y no de derecho. Porque el participante en ejercicio de derechos es aquel que interviene, actúa y alterna, a veces sustituye el discurso por la intervención. Hasta que logra acoplar discursos e intervenciones y tienen éxito, para sobresalto de quienes charlaban o conferenciaban acerca de ellos cuando eran los públicos ajenos a las democracias noroccidentales, algunos de ellos congelados por los derechos humanos a los que hubo de calentar impulsando intervenciones.

* Psicoanalista.

Fuente: Página|12