lunes, 28 de octubre de 2013

A dos años del fallecimiento de Pablo Yulita

Yulita: la felicidad, el amor y la mentira de la muerte, dos años después

 

Hace dos años fallecía en Paraná el psicólogo Pablo Yulita. Docente, aficionado al canto, estudioso, provocador, generoso, estupendo polemista. Esta nota escribí para El Diario de Paraná el día de su muerte, recordando especialmente una de las últimas entrevistas que había concedido el psicólogo. A modo de homenaje, la compartimos con nuestros lectores en este aniversario.

Por Julián Stoppello

Ella estaba triste, porque las cosas no salían para ningún lado y todo parecía un precipitado embudo a la amargura. Para colmo, o antes que nada, era 2001: una desilusión tras otra, el futuro achicado, casi oculto y las obligaciones pidiendo combustible. Y el combustible inalcanzable.
Así estaba ella, como tantos, peleándose a las trompadas con lo cotidiano, hasta que dejó la facultad de lado, se asomó al desconcierto y resolvió ir solamente a las clases de Pablo Yulita. Solamente con él.
Tal vez fueron los textos, puede ser, ella cree que no. Era ese agitador parado frente a la clase provocando reacciones, cacheteando el asombro dormido, ensayando caricias en un espacio desalojado de ternura.
Ella salió a la vida otra vez, distinta, más clara, más firme, serena y Pablo Yulita seguramente no supo. Ni se enteró de su parte en la historia. Y así en muchas historias, porque había estudiantes que iban a escuchar lo que Yulita tenía por decir sin el propósito de aprobar algo, sino de probar otra cosa.
Otra puerta, otra luz.
“Una vez vino un chico y me contó que a raíz de algunas cosas que yo decía en clases, palabrotas y demás, fue y le comentó a su madre. Ella había sido alumna mía y le dijo “sabés qué pasa, Yulita te vacuna contra la realidad”. Eso decía Pablo Yulita en una entrevista con El Diario en noviembre de 2008, cercado por estantes atiborrados de libros. Se ufanaba de poseer la biblioteca más completa en lingüística, semiología y comunicación, que convivían armoniosamente con libros sobre Buda, Gandhi o la Madre Teresa.
“A veces digo qué estúpido soy, podría cambiar mi Falcón 72 por un cero kilómetro. Pero no me arrepiento, porque es una herramienta tu capacitación, por algo los judíos le dan tanto valor a la inteligencia, la profesión, el estudio, porque junto con el oro o el dinero, son las dos cosas que te podés llevar a todos lados”, decía Pablo. Y decía también que “la educación no es un derecho, es una necesidad”. Porque “el ser humano si no se educa se muere. Muchas enfermedades provienen de ahí”.
Hablaba de amor Yulita. En aquella charla citaba al biólogo chileno Humberto Maturana y decía que “toda imposición de manos que sea amorosa entre gente que tiene pasión por convivir es curativa”. Y concluía: “Es constitutivo a nosotros el ser felices, alegres, sanos y productivos”.
Yulita sostenía que “el miedo es un error epistemológico” y la muerte “una mentira”. Lo explicaba así: “La muerte es una mentira, hay un componente de la muerte que es la ausencia, la no presencia, pero nosotros estamos en la unidad, lo que se llama relación. Estamos en un plano cuántico, la muerte es un pliegue de la realidad, cuando funciona el ventilador a determinada velocidad desaparecen las aspas. Con la muerte es parecido, al transformarnos cuánticamente en energía, desaparecemos, pero no desaparecemos en la unidad. Si vos tenés un ser querido que haya fallecido y tenés un problema y necesitas resolverlo, orá, pedile que te resuelva tal problema. Es matemático, que va a aparecer una solución, no lo pensés en otro mundo, está acá, en un plano cuántico energético no particularizado”.
Con respecto al miedo, planteó que “la psicología te dice que porque tenés miedo luego disocias. Yo digo que porque disocias, tenés miedo. Todo lo que veas separado de vos, vas a terminar por tenerle miedo”. Y ejemplificaba: “En un barrio me paran tres gurises, me dicen: che tío dame la campera que tenés puesta. Y yo: no, vos sabés que es la única campera que tengo, vengo a atender a una persona. Cuál es el criterio general: mas van a atacar, me van a robar, le tengo miedo, eso es una proyección del odio. Los tipos me pueden robar, pero yo tengo que reconocer que podría matarlos también. No están separados de mí, ellos tienen más miedo que yo. Creo que a lo único que le tenemos miedo es al amor”.
Yulita habló entonces de sus propios miedos: temía “qué la sociedad no se de cuenta que hay sociedad porque hay amor, y digo amor con minúsculas, no amor trascendental, ni digo relaciones genitales, digo las formas del amor: la amabilidad, la amistad, el asociarse, ayudarse, el saludarse, el colaborar”.
Ese día, el de esta entrevista, Pablo llevaba una camisa blanca y lucía algo pálido, pero enérgico y sensible como siempre. Ese día Pablo terminó la entrevista con la voz cortada, sin poder hablar. Fue cuando le dio una vuelta más al tema del miedo, a sus miedos, hasta confiar que lo angustiaba lo que estaba pensando. No podía hablar. Entonces lo escribió en un papel: “Miedo a morir antes de haber prestado la ayuda suficiente”, decía la hoja.
Hoy Pablo ya no está y por ahí no supo la historia que narraba al principio y por ahí no supo las luces que encendió y las puertas que dejó abiertas. Pero lo hizo, siempre lo hizo.
La lucidez y la ternura deben ser dos de los atributos más valiosos de un ser humano, sobre todo cuando se ponen al servicio de los demás. Cuando alguien tiene ambas cosas, luz y calor, es verdad, definitivamente cierto Pablo, la muerte es una mentira.

Fuente: ENTRERÍOSAHORA 

TERCER TALLER DE CAPACITACIÓN

Síntesis del tercer taller de capacitación que haremos este miércoles a las 20hs., en Casa Solidaria. Abrazo, Hugo García.