lunes, 29 de febrero de 2016

Se conforma una mesa de trabajo con áreas del Estado por las personas en situación de calle

Integrantes de Casa Solidaria y de áreas del Estado provincial y municipal se reunieron en la sede de la Defensoría.
Funcionarios de áreas provinciales y municipales, del Concejo Deliberante e integrantes de la Asociación Casa Solidaria participaron de una reunión en la Defensoría del Pueblo de Paraná para tratar la realidad de las personas en situación de calle de la ciudad y, específicamente, por el estado de esta última organización, que consiste en un dispositivo de inclusión, que se creó en ámbitos universitarios con el fin de atender la problemática.
En una primera instancia, se resolvió crear una mesa de trabajo integrada, en esta fase inicial, por las áreas presentes de Derechos Humanos y de Políticas Sociales de la provincia;  de Relaciones Institucionales de la Municipalidad; del Concejo Deliberante de Paraná y por Casa Solidaria y la Defensoría del Pueblo, miembros de la Red La calle no es un lugar para vivir.  El ámbito es abierto y se acordó convocar a otros actores y miembros de la red para el próximo encuentro, que será el miércoles 9 de marzo, a las 8, en la sede de la Defensoría del Pueblo, en calle Monte Caseros 159 de Paraná.
En la reunión se abordó la situación general. Los Defensores del Pueblo, Luis Garay y Pablo Donadío (Adjunto), describieron los pasos realizados por la institución desde hace más de una década, reiterando que se necesitan políticas de Estado que atiendan, en sus distintas aristas, lo que les sucede a ciudadanos que viven en la calle.
A su turno, Julián Jarupkin, Hugo García,  Susana Flores, Ana Quercia y Leonardo Retamar, de Casa Solidaria, se refirieron a los objetivos de esa Asociación, en el marco de un proyecto generado en la carrera de Licenciatura en Psicología de la Universidad Autónoma de Entre Ríos (Uader), y al funcionamiento que desde sus inicios, en 2011, viene afrontando adversidades por la escases extrema de recursos. Se aclaró que se ha mantenido gracias al trabajo comprometido y ad honorem de un grupo de personas. Ahora, en este comienzo de año, los integrantes dicen estar al límite de sus posibilidades, advirtiendo el serio riesgo de que la innovadora experiencia decaiga por falta de sostenimiento.
A continuación, se destacó que además de atender la urgencia de brindar alimentos y un lugar para pernoctar, se necesita la instrumentación de un abordaje integral de la situación. Para eso se mencionó la existencia de la ordenanza 8.932, aprobada en 2010, por la que se creó el Programa de Asistencia Integral para Personas en Situación de Calle, en el ámbito de la Ciudad de Paraná. La norma está vigente desde 2010, pero no se aplicar porque falta la reglamentación.
El concejal Emmanuel  Gainza y  el subsecretario de Relaciones Institucionales del Municipio, Maximiliano Rodríguez Paulin, tomaron nota de este punto, como de los distintos aspectos enumerados en el encuentro, comprometiéndose a trabajar en conjunto en la mesa con el fin de aportar abordajes y soluciones a la problemática. De la misma manera, expresaron su disposición a participar de la iniciativa, Julián Froidevaux y Fernando Silguero de la Subsecretaría de Políticas Sociales y Matías Germano y Sofía Uranga de la Subsecretaría de Derechos Humanos de la provincia.
Los participantes de la reunión coincidieron en destacar los resultados de la reunión y el compromiso de trabajar en conjunto en busca de acciones efectivas que atiendan la situación, que implica una “flagrante vulneración de derechos”, coincidieron.
La preocupación de la Defensoría por la situación de las personas en situación de calle en Paraná viene desde, prácticamente, el inicio como institución, en los primeros años de 2000. Desde entonces viene expidiéndose sobre la problemática a través de Recomendaciones y posicionamientos a nivel local, nacional e internacional.
En ese marco, la Defensoría rubricó un convenio marco de colaboración con la Asociación Casa Solidaria y desde el año pasado se conformó la Red La calle no es un lugar para vivir, ámbito que reúne a instituciones, organizaciones no gubernamentales y ciudadanos interesados en ayudar a personas en situación de calle y vulnerabilidad.

sábado, 20 de febrero de 2016

¿De qué sirve el profesor? / Por Umberto Eco Para LA NACION

LUNES 21 DE MAYO DE 2007

¿En el alud de artículos sobre el matonismo en la escuela he leído un episodio que, dentro de la esfera de la violencia, no definiría precisamente al máximo de la impertinencia... pero que se trata, sin embargo, de una impertinencia significativa. Relataba que un estudiante, para provocar a un profesor, le había dicho: "Disculpe, pero en la época de Internet, usted, ¿para qué sirve?"

El estudiante decía una verdad a medias, que, entre otros, los mismos profesores dicen desde hace por lo menos veinte años, y es que antes la escuela debía transmitir por cierto formación pero sobre todo nociones, desde las tablas en la primaria, cuál era la capital de Madagascar en la escuela media hasta los hechos de la guerra de los treinta años en la secundaria. Con la aparición, no digo de Internet, sino de la televisión e incluso de la radio, y hasta con la del cine, gran parte de estas nociones empezaron a ser absorbidas por los niños en la esfera de la vida extraescolar.

De pequeño, mi padre no sabía que Hiroshima quedaba en Japón, que existía Guadalcanal, tenía una idea imprecisa de Dresde y sólo sabía de la India lo que había leído en Salgari. Yo, que soy de la época de la guerra, aprendí esas cosas de la radio y las noticias cotidianas, mientras que mis hijos han visto en la televisión los fiordos noruegos, el desierto de Gobi, cómo las abejas polinizan las flores, cómo era un Tyrannosaurus rex y finalmente un niño de hoy lo sabe todo sobre el ozono, sobre los koalas, sobre Irak y sobre Afganistán. Tal vez, un niño de hoy no sepa qué son exactamente las células madre, pero las ha escuchado nombrar, mientras que en mi época de eso no hablaba siquiera la profesora de ciencias naturales. Entonces, ¿de qué sirven hoy los profesores?
                                                             
Caricatura:Kovensky

He dicho que el estudiante dijo una verdad a medias, porque ante todo un docente, además de informar, debe formar. Lo que hace que una clase sea una buena clase no es que se transmitan datos y datos, sino que se establezca un diálogo constante, una confrontación de opiniones, una discusión sobre lo que se aprende en la escuela y lo que viene de afuera. Es cierto que lo que ocurre en Irak lo dice la televisión, pero por qué algo ocurre siempre ahí, desde la época de la civilización mesopotámica, y no en Groenlandia, es algo que sólo lo puede decir la escuela. Y si alguien objetase que a veces también hay personas autorizadas en Porta a Porta (programa televisivo italiano de análisis de temas de actualidad), es la escuela quien debe discutir Porta a Porta. Los medios de difusión masivos informan sobre muchas cosas y también transmiten valores, pero la escuela debe saber discutir la manera en la que los transmiten, y evaluar el tono y la fuerza de argumentación de lo que aparecen en diarios, revistas y televisión. Y además, hace falta verificar la información que transmiten los medios: por ejemplo, ¿quién sino un docente puede corregir la pronunciación errónea del inglés que cada uno cree haber aprendido de la televisión?


Pero el estudiante no le estaba diciendo al profesor que ya no lo necesitaba porque ahora existían la radio y la televisión para decirle dónde está Tombuctú o lo que se discute sobre la fusión fría, es decir, no le estaba diciendo que su rol era cuestionado por discursos aislados, que circulan de manera casual y desordenado cada día en diversos medios -que sepamos mucho sobre Irak y poco sobre Siria depende de la buena o mala voluntad de Bush. El estudiante estaba diciéndole que hoy existe Internet, la Gran Madre de todas las enciclopedias, donde se puede encontrar Siria, la fusión fría, la guerra de los treinta años y la discusión infinita sobre el más alto de los números impares. Le estaba diciendo que la información que Internet pone a su disposición es inmensamente más amplia e incluso más profunda que aquella de la que dispone el profesor. Y omitía un punto importante: que Internet le dice "casi todo", salvo cómo buscar, filtrar, seleccionar, aceptar o rechazar toda esa información.

Almacenar nueva información, cuando se tiene buena memoria, es algo de lo que todo el mundo es capaz. Pero decidir qué es lo que vale la pena recordar y qué no es un arte sutil. Esa es la diferencia entre los que han cursado estudios regularmente (aunque sea mal) y los autodidactas (aunque sean geniales).

El problema dramático es que por cierto a veces ni siquiera el profesor sabe enseñar el arte de la selección, al menos no en cada capítulo del saber. Pero por lo menos sabe que debería saberlo, y si no sabe dar instrucciones precisas sobre cómo seleccionar, por lo menos puede ofrecerse como ejemplo, mostrando a alguien que se esfuerza por comparar y juzgar cada vez todo aquello que Internet pone a su disposición. Y también puede poner cotidianamente en escena el intento de reorganizar sistemáticamente lo que Internet le transmite en orden alfabético, diciendo que existen Tamerlán y monocotiledóneas pero no la relación sistemática entre estas dos nociones.

El sentido de esa relación sólo puede ofrecerlo la escuela, y si no sabe cómo tendrá que equiparse para hacerlo. Si no es así, las tres I de Internet, Inglés e Instrucción seguirán siendo solamente la primera parte de un rebuzno de asno que no asciende al cielo.

(Traducción: Mirta Rosenberg)

La Nacion/L'Espresso (Distributed by The New York Times Syndicate)

Fuente: La Nación

martes, 16 de febrero de 2016

Zygmunt Bauman: “Hay que desligar el empleo de la supervivencia”

 

El pensador presenta en Barcelona ‘In the same boat’, un documental sobre el fin del trabajo producido por Pere Portabella

JUSTO BARRANCO

Zygmunt Bauman nunca para. El nonagenario sociólogo polaco que desde hace décadas –desde que sufrió la persecución antisemita del gobierno comunista de su Polonia natal– vive en el Reino Unido, muestra una vitalidad inagotable convertido en lo más cercano a una estrella del rock del pensamiento contemporáneo. Con nueve décadas a las espaldas, Bauman da conferencias por todo el mundo y hoy y mañana está enBarcelona para presentar esta vez no un libro sino un documental: In the same boat (En el mismo barco), un filme del italiano Rudy Gnutti que reúne a grandes nombres de la política y el pensamiento actuales. Junto a Bauman intervienen en él desde José Mújica, ex presidente de Uruguay, a Erik Brynjolfsson, del MIT, o Serge Latocuhe, teórico del decrecimiento, para hablar de la sociedad que se nos viene encima debido al fin del trabajo, a la falta de empleo para todos en una época de computarización acelerada. Bauman, creador de la popular metáfora de la actual sociedad líquida –una sociedad en la que los valores sólidos de la primera modernidad, la religión, la familia, una pareja o un trabajo para toda la vida, se han desintegrado–, ha intervenido hoy ante la prensa explicando que el mayor peligro del mundo hoy, de entre los muchos que nos llevan a la destrucción, es que seguimos abordando los problemas globales desde instancias locales incapaces de afrontarlos. Y ha dicho que necesariamente habrá que desligar empleo de supervivencia en una sociedad donde no hay ni habrá suficiente trabajo para todos. Cada vez menos. Este miércoles presentará junto a Gnutti el documental -producido por Pere Portabella- en el Auditori del Macba (19 horas; la charla, a partir del as 20.30 horas, se puede ver en streaming).


Bauman, que hace escasas fechas publicó en España el ensayo Estado de crisis (Paidós), en el que aborda muchas de las ideas de In the same boat, ha explicado a la prensa barcelonesa que por primera vez en la historia la idea de la humanidad es real, pero que hacen falta los remos y motores para llevar el bote en la dirección correcta. Para lo cuál hay que revisar los fundamentos de nuestra sociedad, enfrentada a problemas ecológicos, económicos y sociales. De modelo. “Este documental es una afirmación poderosa de que estamos todos en el mismo barco, interconectados, interdependientes, de que lo que incumbe a Barcelona también le incumbe a Nueva York y Bangladesh. Pero sobre todo es una afirmación de lo que nos va a suceder a todos nosotros, ciudadanos del mismo barco, si remamos en la misma dirección que hasta ahora. No es una profecía, no tengo la calificación de profeta, es la conclusión de mirar muy de cerca cómo vivimos hoy. Y no es una profecía porque aún tenemos elección, pero si seguimos así llegado un punto podemos acabar destruyéndonos. No sé cuánto hace que leen ustedes la Biblia o si la han leído nunca, pero en ella están los profetas hebreos, gente muy interesante. No son profesores de universidad que diseñan predicciones para ser confirmadas para su mayor gloria. ¡Qué listos son! Por el contrario, querían que sus profecías fallaran, fueran negadas, intentaban preocupar a la gente, y es lo que Gnutti hace en este documental. No es una profecía sino un aviso”.


“En la base de los problemas de hoy es que somos interdependientes pero hoy todas las instituciones de acción colectiva fueron hechas por nuestros ancestros para servir a la tarea de ser independientes, son ineptos para condiciones de interdependencia. Hoy los problemas más importantes superan el marco de los Estados y las decisiones que se toman no pueden enfrentar su gravedad. Esto es lo más peligroso. O intentamos adecuar nuestra política, local, con los problemas, globales, o no podremos actuar con éxito”, subraya. Además, dice, “no quiero espantar a nadie pero el mundo está cambiando de cara”. “Antes los medios de subsistencia estaban ligados a tener un empleo. De hecho hace 30 o 40 años en los países llamados desarrollados se prometía el empleo total. La palabra ‘desempleado’ subrayaba que eso estaba fuera de la norma, que la norma era el empleo. El desempleo era anormal. Hoy en los países anglosajones ya se utiliza la palabra ‘redundant’, redundante, para hablar de los desempleados. La palabra ya no precisa que la norma sea el empleo, sino que es un veredicto en el mercado laboral, de que es gente inútil, un problema de ley y orden más que un problema social”, subraya, para remarcar que hoy las finanzas se mueven libremente por el mundo pero los trabajadores no. “Los que tiene el capital son sabios, están orientados al beneficio, y piensan que si en África pueden encontrar a alguien que trabaje por un dólar al día por qué deberían pagar más a los mimados occidentales”.


A lo que se añade, concluye, un último factor para el futuro del trabajo: la computarización de todo. “Las habilidades de muchos trabajadores manuales han sido transferidas a ordenadores y estos hechos redundantes. Si no se ha extendido más es porque hay países pobres donde el trabajo es aún más barato que fabricar el producto sólo con máquinas. Cuando sea más caro, la computarización del trabajo será completada. También la del trabajo intelectual, la de periodistas o profesores universitarios. Seguro que hay gente en Silicon Valley, en las grandes corporaciones, trabajando en eso ya. Saben cómo hacerlo. Así que estamos a punto de conocer un mundo nuevo y la única posibilidad que nos queda en él es cortar la conexión entre empleo y medios de subsistencia. Que el ingreso de toda la sociedad se divida para que todos sean mantenidos con vida, que los medios de subsistencia sean independientes de la compañía para la que trabajas. Que conste que la robotización del trabajo duro es una bendición. Es algo con lo que soñamos. Y es un bonito sueño aún. Pero hay que hacer algo con los actuales mecanismos de la sociedad para hacerlo vivible”.
Fuente: La Vanguardia

miércoles, 3 de febrero de 2016

Qué enseñamos cuando enseñamos

3 de febrero, 2016


Qué enseñamos cuando enseñamos
A diario se cuestiona qué aprenden los chicos de hoy y qué debe enseñar la escuela, si alcanza con enseñar cierta información, objetivo loable para otro momento histórico o es necesaria una nueva mirada por sobre la institución educativa.
Monteigne planteaba: “vale más una cabeza bien puesta que una cabeza repleta”; frase a la que Edgar Morin agrega: “una cabeza bien puesta es una cabeza que es apta para organizar los conocimientos y de este modo evitar una acumulación estéril. Para ello es ineludible el desarrollo de la aptitud para contextualizar y totalizar los saberes se convierte en un imperativo de la educación” En definitiva, desde hace muchos años, se cuestiona la escuela, la cual sigue bajo paradigmas antiquísimos.
Para los tiempos que corren, se requiere de un pensamiento complejo, un pensamiento que examine su metodología y sus puntos de vista y que pueda reflexionar sobre ellos; no  lineal, sino que sus articulaciones abarquen múltiples sentidos y direcciones. Según Lipman este tipo de pensamiento es la combinación de lo conceptual con lo procedimental y es convergente y divergente y, principalmente, se vehiculiza  a través del lenguaje, pero no como diálogo de palabras, sino de estilos de pensamiento, de perspectivas epistemológicas y metafísicas.
El pensamiento complejo en la escuela le implica al docente hacer  un proceso metacognitivo, lo cual lo convierte en crítico y reflexivo. Con esto, hago referencia al proceso de reflexión sobre contenidos, valores, contexto, aspectos técnicos y los propios procesos de pensamiento; supone leer críticamente la realidad y tomar decisiones ante rutinas, incidentes, situaciones problemáticas y dilemas a fin de poner en acto teorías vulgares y científicas para construir el conocimiento profesional.
Sanjurjo (2003) sostiene que hay múltiples actividades escolares que favorecen el desarrollo de las capacidades metacognitivas. Algunas de ellas como discutir las estrategias con los alumnos, solicitar argumentación de sus juicios, confrontar ideas previas con situaciones problemáticas, ejercitar la autoevaluación, el trabajo en redes conceptuales, predecir soluciones, son algunas de las posibles pautas de acción para trabajar en la clase.
Sin embargo, no es posible desarrollar el pensamiento crítico en el alumno, si no se cuenta con un profesor que genere para sus propias comprensiones esta manera de pensar.  Litwin (1997) plantea que no se trata de una estrategia cognitiva que pueda enseñarse fuera de los contextos de las actuaciones compartidas en la escuela. Tampoco podremos imprimir en el currículo un punto que anticipe u otorgue la resolución del pensamiento crítico. La enseñanza es un proceso de construcción cooperativa y, por lo tanto, los alcances del pensamiento reflexivo y crítico se generan en el salón de clase con los sujetos implicados.
Por tanto, ser buen profesor no implica tener cantidad de información, sino distinguir  cómo emplear lo que se sabe, cómo acceder o cómo manejar la información, cómo aprender más y, por sobretodo, realizar actividades metacognitivas con los conocimientos adquiridos.
Enseñar es mucho más que hacer estudiar de memoria datos e información vacía de un manual o de fotocopias roídas; involucra  proponer problemáticas variadas  y distintas posibles soluciones. En definitiva, implica abrir la clase a diferentes abordajes, que no siempre es el de quien enseña; pero, para ello, necesitamos de docentes preparados en su propia disciplina, en la didáctica  específica y con una visión multicultural respecto de los sujetos con quienes trabaja. Nada más, ni nada menos.

Fuente: Aptus