jueves, 13 de noviembre de 2014

La dignidad no se negocia

Jueves 13 de Noviembre de 2014

“Largo, como esperanza de pobre” reza el dicho. Y aunque parezca una ironía, detrás de estas hostiles escaleras que nos llevan a Casa Solidaria, hay mucho más camino que trotar. Por Valeria Robin


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Ni bien llegamos, nos recibe una familia, y sin necesidad de consultar nos indican donde está la guarida. No saben quiénes somos, pero eso no les impide la ayuda. Nos sorprende, porque no estamos acostumbrados a dar, y que nos den...mucho menos.


Una vez arriba, los jóvenes se acercan a charlar. Ya somos “uno más”.

El lugar habla solo. No hace falta preguntar ni escuchar mucho para percibir que hay buena vibra, y que no nos alcanzarían los dedos para contar las miles de batallas que hay detrás de los casi 30 rostros que merodean la sala.

Son las 21 del martes, y en Casa Solidaria se anuncia la cena, que... más que cena, parece una juntada familiar. El tablón se va colmando de platos y sillas que se arriman a la par de la música que no para de sonar.

Casa Solidaria es la “bondad hecha revolución”, es un espacio de todos y de nadie. Es un encuentro de guerreros. Aquí, el asistencialismo no tiene cabida.

En diálogo con El Entre Rios, Julián Jarupkin, uno de los pioneros de Casa Solidaria, nos cuenta: “Casa Solidaria es un espacio sin espacio, porque va mas allá de un edifico físico y de cualquier tipo de construcción temporal.

Los compañeros llevan Casa Solidaria a la calle. Todo lo que discutimos acá tiene una resonancia, desde lo físico hasta lo emocional y racional.

Construcción colectiva

“Venimos de distintos lados, tenemos distintas historias. Algunos han llegado acá porque eran de clase media y se quedaron sin trabajo. Otros vienen de la segunda o tercera generación familiar que la única posibilidad que han tenido es vivir en la calle.

Nuestra tarea es generar una construcción colectiva, partiendo del nivel singular de la problemática del compañero, y grupal, estableciendo vínculos con el grupo, hasta el nivel socio-comunitario, buscando problematizar con la ciudadanía”.

Como los grandes inventos, Casa Solidaria surgió en Paraná entre un par de estudiantes y locos que añoraban tener un mundo mejor. Motivados por el anhelo y la necesidad, surge el proyecto en la cátedra Psicología Social Comunitaria de la Licenciatura en Psicología de la Universidad Autónoma de Entre Ríos (UADER).

“La universidad declara la iniciativa de interés bajo resolución 901/11 y en una reunión de rectorado lo elevan al Gobernador de la Provincia, más precisamente al Ministerio de Desarrollo Social. El gobernador decide que este proyecto tenia q llevarse a cabo a través del decreto 3034/11. Y a través de un convenio entre Sidecreer y Desarrollo social obtuvimos el alquiler de Carbó 171, en donde estamos, con el inmueble vacio y sin servicios, algo que fuimos ganando de a poco.

Renovamos el alquiler, luchándolo. Si bien Sidecreer paga nuestros impuestos, no tenemos apoyo institucional ni gubernamental”.



Desaparecidos de Ayer y de Hoy

El equipo que lleva adelante Casa Solidaria define a las personas en situación de calle como “desaparecidos sociales”.

“Una persona en “situación de calle” no es solo el que hace años está durmiendo sin techo. Aquellos que por alguna razón están temporariamente en situación de vulnerabilidad, viviendo en la casa de un amigo, o un albergue, también se encuentran en situación de calle”.

“La calle no es un lugar para vivir”

El equipo se identifica con el lema “La calle no es un lugar para vivir”, reivindicando el libro de Horacio Ávila, otro luchador de la vida que también apostó a la Auto-organización y a colaborar con los compañeros que están en situación de calle.

”La vulnerabilidad no es digna, bajo ningún punto de vista”. Es por eso que sostenemos que “la dignidad no se negocia”

Julián está convencido, no deja escapar ni la más mínima veta de inseguridad. Y todo lo que muestra de rígido, lo tiene de humano.
No importa en qué condición esté quien sea que se siente a su lado. La lucha es de todos, pero él hace propia la causa.

“Hoy en Casa Solidaria tenemos muchos compañeros que dignamente pueden decir que no al atropello, al abuso policial y de las instituciones.
El sistema está hecho para que los compañeros sigan en situación de calle. Es un sistema muy perverso. Nosotros desde la psicología bien sabemos que el perverso somete al objeto, y los compañeros en situación de calle son un objeto de este sistema”, expresa tranquilo pero sin bajar la guardia.

Los Derechos no se pagan

Casa Solidaria cuenta con un espacio de salud, a cargo de una médica y un Trabajador Social, además de la colaboración de estudiantes de Psicología y Trabajo Social.

Los martes se lleva a cabo “Contando Nuestra Historia”, un espacio grupal en donde se comparte el “día a día” con los compañeros.
Y lo más curioso de todo es que en Casa Solidaria, se brinda Asesoría Legal.

“Con el nuevo abogado que tenemos tuvimos que hacer reaparecer la figura del “Habeas Corpus”, (con lo que implica revivir métodos de una época macabra de nuestra historia) -desaparecida hace 36 años-, y el Habeas Corpus preventivo para anticiparse a la persecución policial.

Estamos a punto de constituirnos como una Asociación Civil y buscamos que en algún punto, el poder gubernamental se haga cargo de esta problemática, ya que es el ente por excelencia responsable y debiera ser protector y garante de los derechos”.
Militantes de la Vida

Casa Solidaria no busca banderas -políticas- partidarias ni otro interés más que el de devolver, acompañar y luchar por los derechos perdidos y negados, brindando un espacio de contención emocional y vincular, así como de organización social a quienes se encuentran caminando por la ciudad a sol y sombra.

Dos veces por semana se brinda comida, pero esto no corresponde a las actividades de los diez guerreros que fundaron Casa Solidaria. Si bien desde la agrupación se colabora en la organización, los ingresos son destinados por otro grupo que se dedica a dicha práctica.

Asisten a Casa Solidaria entre 50 y 60 personas, con irregularidad en su asistencia, y la franja etaria es múltiple: desde recién nacidos que van con sus padres, hasta adultos mayores de 65 años. Todos son recibidos y acompañados por un grupo de no más de diez personas, que en su mayoría son estudiantes universitarios.

Las personas que asisten a Casa Solidaria luchan hasta lo imposible, a pesar de que les hayan quitado hasta la identidad y el reconocimiento de sus cuerpos.

Son desaparecidos, sin duda, son objetos, a la deriva del clima y las fuerzas políticas, gubernamentales, y hasta instrumentos o chivos expiatorios de la fuerza policial.

Y las estadísticas hablan, y esclarecen el panorama casi sin pensar: 25 solo han sido “detectados” en situación de calle por la Municipalidad.
Cualquiera que camine hasta el trabajo, el gimnasio o el colegio sabe que hay, por lo menos, 200 personas en zona céntrica esperando ser reconocidas.

“Muchas veces desde los sectores políticos partidarios y gubernamentales se habla de “riesgos de vulnerabilidad”. No… sus derechos ya están vulnerados. Eso lo tenemos bien claro, no se puede negociar” sentenció Julián.

Autor: Valeria Robin


Fuente: ElEntreRíos.com