25 de marzo de 2015
Las villas de Retiro tienen más de 30 mil habitantes,
pero en los mapas oficiales aparece como un espacio vacío. Por primera
vez, la 31 y la 31 bis tienen trazadas sus calles en un plano. Lo
produjeron adolescentes del taller Turba de Urbanismo Barrial.
Vitale, integrante de Turba de Urbanismo Barrial, organización que
colaboró en la confección del mapa.
El mapa fue elaborado dentro del Taller Experimental de Arquitectura
y Mapas que Turba ofrece en el asentamiento desde 2010 y al que
asistieron una veintena de habitantes, en su mayoría jóvenes. Para su
confección, los adolescentes tuvieron que realizar tareas como mapeos
satelitales y recorridas a pie.
Vitale, uno de los coordinadores del taller, señaló que el mapa
reconstruye los accesos y señaliza puntos importantes en la dinámica de
la villa: centros educativos, salas médicas, comedores populares,
canchas, plazas, radios, el único canal de televisión, paradores,
puestos policiales y templos religiosos. De esta manera, visibiliza un
barrio que es ignorado por los planos oficiales y los hace aparecer como
espacios verdes o grises.
“La particularidad de este mapa es que se encuentra realizado por
los propios vecinos y con sus propias consideraciones. Es bastante
lógico. Si ellos hicieron el barrio, también podían hacer el mapa”,
indicó Vitale. “La intención es que los vecinos puedan conocer todo su
territorio porque, aunque pueda sorprender, muchos sólo tienen noción de
lo que los rodea. Además, se busca romper con la invisibilización del
gobierno porteño”, agregó.
Turba es una agrupación conformada por profesionales de distintas
disciplinas que llevan adelante un proyecto de capacitación
especializada y gratuita en la Villa 31, orientado a reflexionar sobre
cuestiones como la construcción de identidad y la representación
territorial, la visibilización de la villa como inserta dentro de la
Ciudad y la lucha por el habitat.
“El Urbanismo barrial implica trabajar determinados temas de la
Ciudad desde una mirada barrial, pero con una comprensión de la
totalidad, para empezar a entender quiénes somos como barrio”, explicó
el arquitecto Javier Samaniego García, otro de los coordinadores.
Esa práctica, denominada cartografía popular o mapeo colectivo,
supone “un tipo de reflexión sobre el territorio que se hace en
comunidad y se manifiesta en un mapa”, sostuvo Samaniego García.
Según el arquitecto, el mapeo colectivo es un “discurso cartográfico
que sirve de contrapunto al poder hegemónico”, porque vehiculiza un
sistema ideológico que es muy diferente al que está detrás de los mapas
oficiales, diseñados con un afán de dominio y control desde afuera.
El hecho de que el mapa sea abierto presupone desde un inicio la
necesidad de una actualización constante. Sin ir más lejos, el barrio
San Martín no existía cuando Turba empezó a trabajar en 2010. “La
cuadrícula suele prefigurar ciudad antes que la ciudad misma, pero acá
se da el proceso inverso: primero se establece y después aparece la
cartografía”, aseguró Samaniego García.
“Tratamos de plasmar en un mapa la idea de que el territorio está
constantemente en construcción: no es una escenografía donde vive la
gente, sino que es algo constitutivo a las relaciones sociales”, afirmó
la socióloga Julia Ramos, otra de las coordinadoras del taller.
Los miembros de Turba explicaron que el objetivo del mapa es que sea
“útil y apropiado”, entendiendo por esto último “que sea un elemento
más de los tantos que funcionan en el barrio”. En ese sentido, un
requisito importante es que “sea claro y no correcto”, porque “la
precisión de las cosas tiene que ver aquí más que nada con ponerse de
acuerdo” sobre cuestiones como el nombre de calles y plazas o los
límites de los barrios dentro de la villa, “y no tanto con que un
especialista diga qué punto corresponde a qué”.
Los habitantes de la Villa 31 y 31 bis que asistieron al taller
también tienen en claro el impacto de la ausencia de su barrio en el
desarrollo de la vida cotidiana, las relaciones internas y la
integración con el resto de la ciudad de Buenos Aires.
“Un mapa acá es útil para muchas cosas, como por ejemplo para el
acceso de las ambulancias y bomberos. Yo vivo en (el barrio) Ferroviario
y no sé lo que pasa en (barrio) Correos, qué salitas o centros
educativos hay del otro lado: con un mapa vos podés conocer todo”,
explicó Jessy Calahuana, de 19 años.
“También pasa que las facturas no llegan hasta todos los sectores y
hay que ir a buscarlas a los comedores o centros comunitarios”, acotó su
hermana Lesly, de 20 años. “Si querés invitar a amigos o familiares,
tenemos que acordar un punto fijo en Retiro para ir a buscarlos”,
afirmó.
Fuente: Página|12
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