EL SIGUIENTE ES UNA REFLEXION ESCRITA POR UN COMPAÑERO ESTUDIANTE DE LA CARRERA DE PSICOLOGIA DE LA UADER, AHORA EN BS.AS, Y QUE PASO POR NUESTRA CATEDRA DE PSICOLOGIA SOCIAL EN 2008. SALUDOS: HUGO
El miércoles me acababa de mudar a un nuevo departamento, porque quería esperar el Censo en mi nuevo hogar, con mi novia, día al cual entendía como una fiesta cívica. Un poco aislado, sin Internet, ni televisión, ni teléfono. Sólo un celular sin crédito que recibió el mensaje de texto de mi hermano (ya nos habían censado): "murió néstor kirchner". A partir de allí me invadió una sensación que se puede describir con la siguiente palabra: irrealidad.
Néstor siempre daba en la tecla. Siempre entendía qué camino había que seguir. Entendió que el camino era Latinoamérica, no EEUU. Entendió que el camino eran los DDHH y el respeto por las manifestaciones, favorables o contrarias, sin violencia. Entendió que el pasado para que sea pisado debe ser juzgado y no metido impunemente bajo la alfombra. Entendió que era hora de que un Gobierno se ponga los pantalones y responda al llamado de esas grandes mujeres, Madres y Abuelas. Entendió que el camino era desendeudarse, que era decirle "hasta acá llegamos" al FMI (el que tomó las decisiones concerniente a la Argentina durante años, y así nos fue). Entendió que el camino era el crecimiento económico y que la mejor inversión era la redistribución, empezando por los que menos tienen, para poder reducir drásticamente la pobreza y el desempleo, cuando gobierno tras gobierno habían aumentado. Entendió que no se podía gobernar de otra manera. También había entendido que la persona indicada para profundizar el modelo no era él, sino su compañera de toda la vida, y ella llevó adelante "el mejor gobierno de la historia", como supo definirlo.
Después de haber estado en Plaza de Mayo el miércoles por la noche, y luego despedirlo en la Rosada, me di cuenta de que la sensación de irrealidad inicial era acertada: Néstor no se murió.
Creo que Néstor quiso ir más allá, dar un paso más. Darnos a los que apoyamos este modelo una fuerza significativa, distinta, inédita y quizás necesaria: su espíritu. Murió el Néstor hombre que podía morir, con grandes virtudes y algunos defectos, y nació el otro, el emblema, el que no morirá jamás, el indestructible. En el alma de otra alma grande, la de Cristina, ahora potenciada, y en la de los millones de argentinos que vamos a defenderla con la vida si es necesario, a ella y a este proyecto, en el alma de todos nosotros, de Cristina, de los miles que estuvimos en Plaza de Mayo y en el funeral, representando a millones, allí reside ahora todo lo bueno que tuvo ese nombre llamado Néstor Kirchner. Lo lamento por los que festejan esta pérdida y festejo por los que se lamentan: lo mejor está por venir. Los quiero mucho.
Julián Solaro.