Miércoles, 08 de octubre de 2014
Después de presentar diferentes líneas de investigación
sobre la construcción de la realidad que hacen los medios, Juan Pedro
Gallardo asegura que tal acción no es unidireccional ni exclusivamente
el producto de la actividad periodística, sino que es un proceso de
producción, circulación y reconocimiento, en el que también intervienen
las audiencias.
Por Juan Pedro Gallardo *
La
sanción de la ley 26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual (SCA)
abrió la posibilidad de que el gran público pueda interiorizarse sobre
debates que antes se debían exclusivamente al interior de los claustros
académicos y en círculos políticos o empresariales muy cerrados.
Entre otras cuestiones, desnudó el hecho de que los discursos
sociales tienen lugar en un escenario dinámico de disputa y de
relaciones de poder, siendo las organizaciones de comunicación masiva
uno de los espacios más destacados donde esa puja se desarrolla. Este
importante rol y función que detentan los medios en las sociedades
contemporáneas es objeto de numerosos estudios que los ubican de
distinto modo en relación con el aporte que efectúan en la construcción
social de la realidad.Para algunas investigaciones, éstos tienden a construir una realidad aparente, ilusoria, a raíz de la manipulación y distorsión que ejercen sobre la realidad objetiva. Otras sostienen que los medios producen un simulacro de la realidad social; sin embargo, coinciden con la primera perspectiva en que la realidad transmitida es una construcción, producto de una actividad especializada, pero como algo exterior y autónomo a la práctica periodística.
Otros postulan la híper realización de la realidad social a partir de una referencia expresa a la sociosemiótica y la etnometodología: los medios son los que construyen la realidad social. Los acontecimientos son conocidos gracias a los medios y se construyen a través de su actividad discursiva. En nuestra sociedad serían los medios los que producen la realidad social.
Fuera del nivel de acuerdo que cada uno tenga con respecto a estas observaciones y dejando por sentado que existen otras líneas de análisis, resulta necesario señalar junto a autores como Miguel Rodrigo Alsina, ciertas cuestiones que deben ser tenidas en cuenta: la construcción social de la realidad por parte de los medios de comunicación no es unidireccional ni exclusivamente el producto de la actividad periodística, sino que es un proceso de producción, circulación y reconocimiento, donde la interacción de las audiencias o de los lectores con los mensajes transmitidos es vital para el consenso que la sociedad les otorga como soporte legítimo para la difusión de sentido sobre el mundo.
Esto último no implica dejar de resaltar el hecho de que la labor periodística tiene un rol significativo en el complejo engranaje de las organizaciones comunicacionales. También que tiene un reconocido e institucionalizado lugar al interior de las sociedades, basado centralmente en los contratos de lectura que los medios establecen con sus destinatarios. Estos contratos encuentran sus cimientos en comportamientos colectivos que se han ido forjando, a partir de la instalación del uso social de los medios de comunicación como las instancias que utilizan las personas para informarse de los acontecimientos de importancia pública, y por el constante esfuerzo que cotidianamente éstos realizan para autolegitimarse y reforzar esa representación social.
En el logro de tal objetivo, la información mediática que brindan debe ser considerada como real. Sin ese reconocimiento hay sanción. La recepción de una noticia interpretada como inverosímil, produce extrañeza y pérdida de confianza en el enunciatario. Es más, su falsedad o la simple sospecha de ella, puede hacer caer el estatus que presenta y puede llegar a romper el contrato al que se hiciera anteriormente referencia.
Por tal motivo, Rodrigo Alsina indica que en general la estrategia de los medios “consiste en construir un discurso que pueda ser creído. En razón de ello, “se hace aparecer en el discurso informativo las fuentes informativas que el periodista ha consultado, se utilizan comillas para recoger declaraciones literales, también se facilitan muchos datos sobre un acontecimiento de manera que no se pueda dudar de que es verdad”, se incluyen fotografías, imágenes en vivo o se recogen testimonios de los testigos presenciales de los hechos considerados noticiables.
En la consolidación de dicho contrato pesan tanto factores internos de la propia organización comunicacional como externos. Dentro de los primeros y a modo de ejemplo para el caso de la prensa, sobresalen el nombre del medio, el formato, la tipografía, el diseño en general y el diseño en particular de la portada, la ilustración, la diagramación, los destacados, las volantas, las metáforas utilizadas, las secciones, los suplementos y las agendas temáticas. En cambio, los segundos dan cuenta de que estamos frente a instituciones complejas sujetas a influencias e intereses de todo tipo: las innovaciones tecnológicas, la tasa de rentabilidad para el caso de los vaivenes del mercado infocomunicacional, la competitividad, las tradiciones culturales y las presiones de otros grupos empresarios, corporativos y políticos.
Estas son parte de las vicisitudes que empezaron a vislumbrarse con claridad, a partir de los debates aludidos.
* Licenciado en Ciencias de la Comunicación, UBA.
Fuente: Página|12
No hay comentarios.:
Publicar un comentario