Sábado, 18 de octubre de 2014
La encuesta se realizó sobre 250 docentes y más de 3
mil alumnos de escuelas españolas. La mayor parte de las agresiones
ocurre entre varones y son en público. El responsable del estudio traza
el paralelismo con los tipos de acoso registrados en las escuelas
argentinas.
Por Sonia Santoro
El
acoso escolar tiene género y orientación sexual. “Me han hecho bullying
en 2º y 3º y me parece muy feo que una niña pequeña pueda llegar a
pensar las cosas que pensé yo en hacerme... aunque ella no sea la
culpable de nada”, dice una chica de 15 años. Otra agrega: “Me parece
desmoralizador que a una persona la critiquen por su forma de ser o
vestir”. Ser o parecer gay, lesbiana o bisexual es uno de los
principales motivos de discriminación en las escuelas, seguido de ser un
hombre que hace cosas de chicas; ser una chica que tiene relaciones con
muchos chicos y de cuestiones vinculadas con el aspecto físico. Los
resultados son parte de la investigación “Diversidad sexual y
convivencia en los centros educativos” llevada adelante en España por
José I
gnacio Pichardo Galán, de la Universidad Complutense de Madrid, y
que fue presentada recientemente en Buenos Aires.
Pichardo Galán comenzó la investigación en 2012, la primera en su
tipo, y que agrega un marco de similitudes con los casos de acoso
locales. El trabajo de campo se llevó a cabo en los primeros meses de
2013 y se recibieron 250 cuestionarios completados por docentes de toda
España y 3236 cuestionarios completados por estudiantes de secundaria,
bachillerato y formación profesional. Además se realizaron 47 talleres
con alrededor de mil niños y niñas de la escuela inicial y primaria de
Madrid y Sevilla, correspondientes a la etapa primaria local. Los
resultados confirmaron lo que las organizaciones de la comunidad LGBT
venía planteando: 2 de cada 3 alumnos/as en un aula de 30 definen el
clima escolar como tenso y se sienten tristes en la escuela.El encuentro “Atención a la diversidad sexual en el ámbito educativo. Perspectiva comparadas entre Argentina y España” tuvo lugar en el Centro Cultural de España en Buenos Aires. Además de Pichardo Galán, participó Marcelo Zelarrayán, del Programa de Educación Sexual Integral del Ministerio de Educación de la Nación.
Los agresores
La mitad de quienes sufrieron acoso con insultos en su escuela dice haberlos recibido de compañeros varones. Además, los varones tienen 12 veces más probabilidades de ser agredidos por otro varón que por una chica. “Es interesante que los insultos entre varones se dan más en el público, ante los demás: en los pasillos, en el aula. Y hay un tipo de acoso que se da más entre las chicas que en los chicos, que es el acoso a través de Internet. Es la ‘maledicencia’, hablar mal del otro, contar chismes, rumores”, explica Pichardo Galán.Machismo y homofobia
“Los chicos en esta edad ven su futuro con una chica que les limpie, les cocine y que esté a su disposición para lo que ellos quieran”, comentó una chica de 16 años. Entre los motivos de discriminación, los más fuertes son el aspecto (no encajar en lo que se espera de una chica o un chico) y en igual o mayor medida “la puesta en cuestión del sistema sexo-género hegemónico”. Esto es, ser o parecer gay, lesbiana o bisexual es uno de los principales motivos de discriminación en las escuelas españolas, seguido de ser un hombre que hace cosas de chicas; y ser una chica que tiene relaciones con muchos chicos. “Nos ha llamado la atención que el tema de género siga tan vigente. Muchos de los imaginarios que se creían superados se siguen dando. Hay mucho trabajo que hacer en relación con las cuestiones de género, desigualdad y demás”, dice Pichardo Galán.Casi la mitad del alumnado dijo haber presenciado situaciones de exclusión “tales como dejar de lado, evitar la relación directa en clase o evitar la interacción en contextos de ocio, sufridas por ser o parecer homosexual o por mantener un comportamiento que cuestiona los roles de género”.
Insultos o chistes
Según la investigación, hasta 8 de cada 10 estudiantes han sido testigos de burlas e insultos relativos a la orientación sexual y la identidad de género, tales como “maricón”, “bollera” (torta), “marimacho”, y otros. Sólo un 12 por ciento afirma no haber presenciado en ninguna ocasión insultos y burlas de este tipo en sus centros educativos. Para Pichardo Galán, esto se corresponde con lo que pasa en la sociedad: “El insulto homófobo se ve normal. Siempre ponemos el caso de la FIFA, que si se insulta por raza frena el partido, pero si es por homofobia no pasa nada”.En este sentido, la investigación arroja que los varones suelen justificar más los insultos que las chicas. “Se oye ‘maricón’, ‘bollera’ que, por ejemplo, hay veces que se dicen de forma inofensiva a un amigo tuyo también, no sólo como forma de insulto”, dice un chico de 15 años. “Ellos dicen ‘no pasa nada’ o ‘es un juego’. Las mujeres son mucho más conscientes: ‘sí, pasa’. Hay gente que se está sintiendo mal con esos insultos. Y sobre todo que hay un grupo específico de personas que sufre esos insultos en mucho mayor medida que el resto”, agrega Pichardo Galán.
Actitudes y omisiones
Por otro lado, “de los y las estudiantes que las han vivido (burlas, acoso), un tercio no ha pensado o aplicado ninguna medida para evitarlas”. En segundo lugar, “un 28,02 por ciento del alumnado ofendido ha preferido hacer como si no se diera cuenta de la situación, negando e invisibilizando estos conflictos”, dice la investigación.“El cambiar para agradar a otras personas no me parece bien pero, después de las constantes críticas, hay días en los que desearías ser otra persona, tener otro cuerpo...”, dice una chica de 15 años. Algunos han pensado incluso en quitarse la vida por el acoso, muchos más estudiantes LGBT: “Entre las personas que han sido acosadas y son heterosexuales, el 4 por ciento ha pensado en suicidarse. Este porcentaje sube al 13 entre aquellas personas no heterosexuales del estudio, es decir, tres veces más”.
¿Qué hace la escuela?
Entre quienes sufrieron burlas o insultos por su orientación sexual muy pocos lo han comunicado a sus docentes, en general prefieren comentarlo con amigos o amigas. “A menudo el profesorado se muestra indiferente o distante ante los problemas de los alumnos”, dice un chico de 17 años.Un 42,8 por ciento de los docentes dijo no saber qué hacer ante estas situaciones por no tener formación (80 por ciento de ese 42,8). Mientras que un 50,8 afirma intervenir constantemente en estas cuestiones. En este sentido, una de las principales conclusiones de la investigación es la necesidad de formar al profesorado. “Está claro que una buena formación ayuda a que la gente actúe”, finaliza Pichardo Galán.
Fuente: Página|12
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