martes, 24 de septiembre de 2013

Con respecto al debate planteado en los artículos anteriores: "El malestar del psicoanálisis y la réplica de los psicoanalistas"

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Ciertamente me parece muy pobre y hasta reaccionaria y corporativa la "respuesta" de este grupo de psicoanalistas al texto de Pavón publicado en "Ñ". Por supuesto que no le hacen ningún favor a Freud y Lacán, pero sobre todo al fundador y maestro del psicoanálisis. Es una obviedad decirlo, pero una cosa es el Psicoanálisis y otra muy distinta suelen ser los psicoanalistas. Una cosa es Lacan y otra algunos lacanianos. Tampoco hay que generalizar. En argentina, nuestro país han existido y existen grandes psicoanalistas. El primero Enrique Pichon-Rivière (por supuesto ninguneado tanto por la investigación de Pavón como por la réplica de los que se sienten afectados). Pero no solo Pichon-Riviére, sino Ulloa, Bauleo, Goldenberg, Fiasché, Bleger, Tato Pavlovsky, Kesselmann, Silvia Bleichmar, Cecilia Moise, Alicia Stolkiner, Emiliano Galende y tantos otros (algunos, muy pocos se los nombra en el trabajo), que han sido y son verdaderos y genuinos trabajadores de la salud mental como praxis cotidiana, junto al sufrimiento subjetivo y colectivo de nuestro pueblo.
En realidad el trabajo de Pavón, salvo la mención al filósofo Michel Onfray contra Freud y Lacán que es mentirosa y perversa, lo que hace es poner al desnudo la "práctica" de una gran parte de psicoanalistas, que en vez de enojarse y reaccionar corporativamente debieran ejercitar al menos algo de la necesaria capacidad de autocrítica que debiéramos tener todos los que trabajamos en el campo de la salud mental.
Finalmente lo que me cabe decir respecto a la cuestión planteada es que la mayor objeción teórica y de operativa es que los que se asumen psicoanalistas debieran desarrollar, profundizar y actualizar las enseñanzas freudianas y salir de "las cuatro paredes" donde suelen encerrarse y poder pensar, sentir y hacer en su práctica profesional que todo sufrimiento subjetivo es siempre un emergente vincular y social y que hoy mas que nunca se necesita no solo una instrumentación en psicopatología para hacer psicoterapia, sino aportar a la construcción de una sociopatología y la consecuente socioterapia, porque así como nos enfermamos por vínculos, también nos curamos vincularmente. No se trata "de sacar el diván a la calle" (que por otra parte ya no se usa tanto), sino mas bien ir al encuentro de la calle, del dolor singular, grupal, institucional y comunitario que se encuentra a la vuelta de la esquina del consultorio...
HUGO GARCIA - Trabajador Social y Psicólogo Social - Paraná, 24 de Setiembre de 2.013

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