Ciertamente
me parece muy pobre y hasta reaccionaria y corporativa la "respuesta"
de este grupo de psicoanalistas al texto de Pavón publicado en "Ñ". Por
supuesto que no le hacen ningún favor a Freud y Lacán, pero sobre todo
al fundador y maestro del psicoanálisis. Es una obviedad decirlo, pero
una cosa es el Psicoanálisis y otra muy distinta suelen ser los
psicoanalistas. Una cosa es Lacan y otra algunos lacanianos. Tampoco
hay que generalizar. En argentina, nuestro país han existido y existen
grandes psicoanalistas. El primero Enrique Pichon-Rivière (por supuesto
ninguneado tanto por la investigación de Pavón como por la réplica de
los que se sienten afectados). Pero no solo Pichon-Riviére, sino Ulloa,
Bauleo, Goldenberg, Fiasché, Bleger, Tato Pavlovsky,
Kesselmann, Silvia Bleichmar, Cecilia Moise, Alicia Stolkiner, Emiliano
Galende y tantos otros (algunos, muy pocos se los nombra en el
trabajo), que han sido y son verdaderos y genuinos trabajadores de la
salud mental como praxis cotidiana, junto al sufrimiento subjetivo y
colectivo de nuestro pueblo.
En
realidad el trabajo de Pavón, salvo la mención al filósofo Michel
Onfray contra Freud y Lacán que es mentirosa y perversa, lo que hace es
poner al desnudo la "práctica" de una gran parte de psicoanalistas, que
en vez de enojarse y reaccionar corporativamente debieran ejercitar al
menos algo de la necesaria capacidad de autocrítica que debiéramos tener
todos los que trabajamos en el campo de la salud mental.
Finalmente
lo que me cabe decir respecto a la cuestión planteada es que la mayor
objeción teórica y de operativa es que los que se asumen psicoanalistas
debieran desarrollar, profundizar y actualizar las enseñanzas freudianas
y salir de "las cuatro paredes" donde suelen encerrarse y poder pensar,
sentir y hacer en su práctica profesional que todo sufrimiento
subjetivo es siempre un emergente vincular y social y que hoy mas que
nunca se necesita no solo una instrumentación en psicopatología para
hacer psicoterapia, sino aportar a la construcción de una sociopatología
y la consecuente socioterapia, porque así como nos enfermamos por
vínculos, también nos curamos vincularmente. No se trata "de sacar el
diván a la calle" (que por otra parte ya no se usa tanto), sino mas bien
ir al encuentro de la calle, del dolor singular, grupal, institucional y
comunitario
que se encuentra a la vuelta de la esquina del consultorio...
HUGO GARCIA - Trabajador Social y Psicólogo Social - Paraná, 24 de Setiembre de 2.013
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